LA CULTURA DE PAZ Y DE NOVIOLENCIA EN LAS ESCUELAS


La violencia en las escuelas


En nuestras sociedades actuales, aspectos culturales, religiosos o ideológicos pueden ser utilizados en determinados momentos para justificar el uso de la violencia, también dentro de las escuelas.


La clave está, no obstante, en utilizar el conflicto para reflexionar, aprender y mejorar a la persona y a la sociedad en general. El entorno escolar no está exento de esta violencia. Éste es un tema que se ha convertido en una de las mayores preocupaciones actualmente en todas la sociedades. Es por ello que el entorno escolar no debería ser únicamente un lugar de transmisión de conocimientos, sino un espacio donde fomentar la integración social, el respecto, y la convivencia pacífica. Además de ser una obligación legal, la educación en la resolución pacífica de conflictos y en la cultura de paz, es necesaria para la mejora de la vida personal, familiar y social. Para lograr conseguir las competencias clave en estos aspectos, la escuela tiene un importante papel a desarrollar, sin olvidar que es necesaria la colaboración con las familias y con el resto de los agentes implicado en la educación de los niños.



La cultura de paz y no violencia


Desde edades bien tempranas, las niñas y los niños tienen que tener acceso a las herramientas y métodos que les ayuden progresivamente a conseguir una convivencia pacífica y para resolver sus conflictos de forma eficaz y sin violencia. De este modo, los chicos se estarán preparando también para ejercer como ciudadanos responsables y respetuosos con los derechos humanos y capaces de tener una tolerancia cero con la violencia. En sus primeros contactos, las niñas y los niños configuran su socialización y su manera de relacionarse en el futuro. Si no intervenimos desde el principio en las situaciones de abuso, no seremos capaces de crear espacios de convivencia sin violencia y, además estaremos contribuyendo a normalizar y perpetuar estas situaciones.


La cultura de paz se basa en promover en los pequeños las habilidades, los valores y las actitudes necesarias para hacerse respetar, respetando para resolver constructivamente los conflictos que les surjan en su vida cotidiana tanto en casa, como en la escuela, o en la comunidad. En el entorno escolar, la cultura de paz consigue mejorar el ambiente socio-educativo y hace que los niños crezcan con unas actitudes que favorecen el bienestar de toda la comunidad. Adquirir habilidades para la resolución pacífica de conflictos, para el respeto por la diversidad y la igualdad de derechos y oportunidades, es una tarea que incumbe y es responsabilidad de todos los adultos que están en contacto con los menores desde el primer ciclo de la etapa escolar.


Desafortunadamente, existen dificultades y limitaciones evidentes para conseguir la institucionalización de la educación en resolución de conflictos en los centros escolares: Una de las principales dificultades para convertir esta educación en una práctica rutinaria en la red educativa es que el sistema educativo, todavía a día de hoy, sigue demasiado centrado en el profesor y no en las necesidades de aprendizaje de los alumnos. Esto forma parte de un modelo de educación tradicional en el que el profesor avanza a partir de un plan de estudios estándar establecido, sin tener en cuenta la diversidad del alumnado. Esa estandarización implica directamente que los centros escolares carecen de la suficiente autonomía para su ejercer su propia idea de organización y su propio proyecto educativo. Tanto los Directores como el resto del personal docente no dispone de suficiente control sobre su actividad como para poder implementar un modelo que salga de la “norma” vigente.


Con el modelo anterior, se daba por sentado que la excelencia académica era sinónimo de éxito y felicidad profesional y personal. Actualmente sabemos que el hecho de obtener una buena cualificación académica no garantiza que una vaya a ser una mejor persona y, mucho menos, vaya a disfrutar de un gran éxito profesional. En la actualidad este modelo está quedando obsoleto y se prima el modelo centrado en las necesidades de aprendizaje del alumno, un alumno que es agente activo de su propia formación. Alumno y profesor colaboran y se corresponsabilizan de su aprendizaje y el alumno desarrolla su pensamiento crítico, analítico y creativo.


La escasa estabilidad de las plantillas de docentes, así como la falta de recursos tanto humanos como económicos tampoco han ayudado hasta el día de hoy a implementar estos programas de educación en resolución de conflictos.


Hasta ahora, otra de las posibles causas que impedía la generalización de estos programas era la falta de tiempo: Los profesores no disponían de tiempo suficiente dentro del horario escolar para formar a los estudiantes en habilidades sociales que les permitan resolver sus conflictos de forma efectiva. Por suerte, diversos centros ya han demostrado que si se puede implementar un programa para la lucha contra la violencia en la escuela, que ayude a que los chicos se conviertan en personas más hábiles a la hora de resolver problemas y conflictos, con una mayor creatividad para ello y, además, dotándoles de una mayor capacidad para cooperar en su entorno y una mayor autocrítica.

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