EL DOLOR EMOCIONAL


¿Quién quiere sentir dolor?


Parece que en nuestros días el dolor (tanto físico como emocional) se ha convertido en algo no deseado, algo que no nos gusta, que debemos desterrar de nuestras vidas. ¿A quién le gusta sentir dolor? Sentirse bien y feliz todo el tiempo es prácticamente una obligación. Tan sólo hay que fijarse en los anuncios publicitaros que nos venden todo tipo de productos, metodologías, talleres, cursos, etc. para aprender a evitar el dolor, el malestar, la tristeza…


Pero, ¿qué ocurriría si, en lugar de evitar, ocultar, negar, reprimir el malestar emocional, aprendiéramos a convivir con él? Al fin y al cabo, en la vida siempre va a haber algún momento en el que vamos a sentir dolor. ¿Es posible que, al aceptar ese dolor, al reconocerlo como parte de la propia existencia humana, como parte de la experiencia de ese momento, hubiera menos ansiedad en mi?



El dolor es una señal de alerta, un aliado


El dolor emocional no deja de ser una señal de alerta que nos indica que algo en nuestro interior no está funcionando del todo bien. Quizá esté sintiendo culpa, remordimiento, desconfianza, añoranza, vergüenza, melancolía, arrepentimiento, humillación, impotencia, autocondena… Tratar de evitar esa emoción o negarla no va a resultar adaptativo, !al contrario! Eso va a complicar nuestro sufrimiento. Tenemos que observar en profundidad ese dolor y preguntarle: ¿por qué?, ¿por qué ahora?, ¿qué puedo hacer por ti? O, más importante todavía: ¿Qué puede hacer este dolor por mi?



...Permitir


Tal vez pueda sentir menos dolor si dejo de intentar controlar todo lo que ocurre en mi y a mi alrededor, si miro con perspectiva lo que está pasando, con cierta distancia, si dejo de intentar que las cosas sean diferentes a como están siendo, preguntándome de nuevo, por si he podido cometer algún error de interpretación, o por si quizás sencillamente no depende de mi, quizás no puedo hacer o decir nada por cambiar lo que ha pasado…


Experimentar el dolor en toda su magnitud, abrir un espacio para observarlo sin juzgarlo ni juzgarme, para sentirlo, abrazarlo y permitírmelo es lo que me va a ayudar a transitarlo y a superarlo.


Trabajar con el dolor es aprender a regular las emociones. Observar las sensaciones físicas que acompañan a la emoción, observar qué pensamientos vienen a la mente, momento a momento, sin dejarme arrastrar por ninguno de estos eventos, sin querer evitarlos, sin querer que sean diferentes, sino sencillamente aceptándolos tal y como se presentan, va a permitir que pueda recobrar poco a poco el equilibrio, la harmonía para poder ir superando ese momento difícil.



Nada es eterno


Todo lo que ocurre y nos ocurre está continuamente en proceso de cambio, todo es impermanente, incluso nuestras emociones. También el dolor emocional es provisional, tiene un inicio y tiene un final. Acogiendo ese dolor cuando llega, aceptándolo y conviviendo con él el tiempo que sea necesario hasta recobrar la paz interior, voy a conseguir cuidarme más y mejor, aprender mucho más sobre mi mismo, crecer en resiliencia y en sabiduría. Y el Mindfulness es esto: Cuidarme, tratarme con amabilidad, permitirme ser, aceptarme tal cual soy.

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