CONTENIDOS DE LA CONCIENCIA


Tres elementos principales conforman la conciencia


Solemos vivir nuestra vida anclados en los pensamientos. Esto nos hace conectar el piloto automático y desconectar de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.


Existen en la conciencia tres elementos fundamentales entre los cuales continuamente se están produciendo acontecimientos y que son interdependientes entre ellos. Estos tres elementos son los pensamientos, las sensaciones y las emociones.


Los pensamientos son ideas, recuerdos, fantasías, juicios, prejuicios, planes, opiniones, valoraciones, creencias, etc.


Las sensaciones tienen que ver con los cinco sentidos y pueden ser, por ejemplo, frío, calor, temblor, dolor, picor, sudor, palpitación, etc.


Las emociones son la tendencia a sentirnos y comportarnos de una determinada manera, por ejemplo: triste, alegre, melancólico, rabioso, etc.


Una determinada sensación, como la sed, nos lleva a pensar en beber y este pensamiento nos lleva a una emoción, alegría si conseguimos beber agua fresca o agobio si no tenemos nada para beber.



La conciencia plena


Para poder cultivar la conciencia plena es necesario que prestemos atención a estas tres pistas, momento a momento, sin juzgar, ni perseguir ningún objetivo concreto, sencillamente aceptando de forma abierta y sin apegos, todo lo que vaya ocurriendo.


Las personas solemos prestar mucha atención a los pensamientos, de manera que continuamente estamos rumiando, cavilando (“me gustaría tener esto o lo otro”, “quiero conseguir aquello”, “no me gusta lo que me ha dicho tal persona”…). Esta rumiación, en ocasiones, puede resultar agobiante y provocar ansiedad, además de que nos desconecta del presente, de lo que está ocurriendo aquí y ahora, ya que nos dejamos llevar por pensamientos de otros momentos, del pasado y del futuro. Pero, qué ocurre cuando estamos anclados en pensamientos del futuro? Un futuro que es incierto e impredecible…, pues que vamos a estar preocupados, angustiados, agitados y, probablemente vamos a sentir miedo, un miedo que va a desembocar en estrés. No quiero decir con esto con podamos pensar en el futuro. Esto es necesario para planificar o preparar algún evento, pero en cuanto ese pensar o planificar el futuro nos empiece a generar malestar emocional, es necesario que volvamos al presente y dejemos de rumiar y angustiarnos por nuestras preocupaciones.


Qué ocurre cuando nuestro pensamiento se ancla en el pasado? Es posible que nuestros recuerdos nos resulten mejores que el presente y, por tanto, con toda probabilidad vamos a empezar a sentir añoranza, rencor, culpa, melancolía… Si bien es cierto que necesitamos pensar en el pasado para reflexionar, aprender y mejorar, cuando nuestra mente se aferra a ese pasado y surgen sentimientos negativos que nos llevan a la tristeza, a la ansiedad y a la depresión, podemos poder volver al presente, tomar distancia emocional de esos pensamientos y recuperar el equilibrio.


Lo que nos une de una forma clara y sencilla al presente, al aquí y ahora son nuestras emociones y nuestras sensaciones. No podemos tener sensaciones de ayer ni emociones de mañana.

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